Esta entrada sobre el debate decisivo se escribe rápida. Bien entrada la medianoche de una víspera de festivo, sólo pretendo reunir las píldoras de comunicación que he absorbido a través de el primer debate a cuatro en televisión de la democracia española.
El debate era difícil para Soraya y Pedro al haberse diluido esa llamada al voto útil tan habitual en «la vieja política». Quizás por ello y pese a ser la última en entrar al ruedo, Soraya comenzó el debate sacándose ases de la manga con una dicción clara y pausada: su experiencia de gobierno. Pedro no comenzó tan bien utilizando interrupciones y murmullos constantes. Entre ellos, Albert parecía moverse durante todo el primer bloque. Una sorpresa para un campeón de liga de debate, que seguía mostrando su nerviosismo abusando de gráficas, números y más material gráfico.
En el siguiente bloque del debate, parece que Soraya y Pedro se cambiaron los papeles. Esto es un decir, porque Soraya pareció haberlos perdido, así como la compostura que mostró en el primer bloque del debate con interrupciones y hasta algún grito («¡Paga señor Monedero!», «¡Esa es la nueva política!»). Comprensible, teniendo que defender las leyes de educación y los casos de corrupción. En este segundo bloque, Albert dejó de moverse y Pedro dejó de interrumpir, probablemente aconsejados por sus asesores. Pablo comenzó a crecerse en sus intervenciones, arriesgándose a enfrentarse al resto de participantes e incluso a Vicente Vallés, enarbolando el Estatuto de Andalucía. El resultado de este enfrentamiento me parece incierto, algunos me han dicho que consiguió poner al resto suficientemente nerviosos; y otros me han comentado que esto silenció su mensaje.
Finalizo esta entrada a vuelapluma con la evaluación general. Ni Pedro ni Soraya fueron capaces de superar sus posiciones en desventaja. Pese a jugar un intenso «Y tú más» frente a la vieja política, Albert Rivera ofreció los argumentos que más y mejor convencen a su electorado. La misma estrategia siguió Pablo Iglesias, contundente sobre la guerra y finalizando con un «Sí se puede». Brevemente, lo que hemos aprendido es:
- Gesticula, pero no te desplaces durante el debate. No mantener una postura fija afecta a tu credibilidad al no demostrar seguridad ni contundencia.
- En un debate a 4 es importante lanzar guiños a otros contrincantes para establecer alianzas. Ir contra todos a la vez puede jugarte malas pasadas, plantéate una estrategia de aliados para el debate.
- Sé correcto y educado. Perderás tu autoridad si no demuestras respeto: ni te rías de los argumentos de los otros, ni grites. Y si interrumpes, procura que sea breve y rápido.
- En tus argumentos evita los números en favor de las gráficas; apela a las emociones de tu electorado y simplifica el discurso: hoy en día la audiencia sufre déficit de atención por multipantalla.
Et voilà las portadas del #7deldebatedecisivo de @elconfidencial @el_pais @elespanolcom y @eldiarioes pic.twitter.com/oFdpw3JTLK
— Roi Villar V – RV2 (@erreuvedos) December 7, 2015
Creo que difícilmente se pueden establecer ganadores, si a cada uno nos convencen diferentes argumentos, pero el ejercicio de oratoria de este debate me ha parecido profundamente interesante. Como ya imaginábais, he echado de menos más sanidad, infancia y ciencia (a excepción de una mención de Sánchez). Quizás por eso, la semana pasada organizamos otro debate.
¿Según tú, quién ha ganado el debate? ¿Te has fijado en otro tic de los participantes a la hora de explicar sus propuestas?
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